Hace ya varios días tenía en mente ir a una consulta con el doctor que me ha atendido desde que yo tenia 8 ó 9 años. El domingo me decidí a enviarle un correo electrónico al doctor para separar una cita con anticipación.
Ayer lunes por la mañana reviso mi bandeja de entrada y me doy cuenta que me había respondido diciendome la hora a la que yo debía ir para la consulta.
Antes de vestirme para salir en dirección al consultorio me conecto a mis mensajeros -de Hotmail y de Yahoo- pues sabia que encontraría a Genis y a Joseph, no encontré a Genis pero si a Joseph y aunque no charlamos mucho pues ese momento fue demasiado agradable como son nuestras charlas.
Ya en el despacho del médico y después de la rutina de siempre, pero esta vez lo novedoso era la revisión minuciosa a la retina operada, me confirma algo que de alguna manera esperaba oir algun día en mi vida: el no poder operarme para atenuar o desaparecer la miopia que tengo.
Aunque me digan que hoy en día la tecnología médica avanza a pasos de gigante, soy conciente que para que llegue a mi país y sobretodo a la región donde yo vivo deberán pasar mínimo unos quince años -y sin intención de exagerar- Y para cuando llegue costará un ojo de la cara, como solía decir mi abuelo paterno.
La verdad es que no tengo tanta ilusión de operarme ya, si no sirve de nada no iré a una sala de operaciones para que experimenten en mi.
Genius me dice que no es una necesidad, pero el no ha vivido en carne propia lo que es perder un turno en la atención en alguna ventanilla del banco o el salvarse por una pestaña de ser atropellado por no poder calcular la distancia a la que se aproximaba el vehículo o el acabar con una jaqueca terrible después de la clase por esforzarme el doble de mis compañeros al ver lo que el profesor ha escrito en la pizarra, no interesando si me siento adelante o enmedio o al final de las mesas… pero en fin! yo no espero que el o alguien lo entienda, porque no me gusta compartir mis cruces con nadie.
Me dio pena, si algo… pero no al punto de botar siquiera una lágrima…
Y para olvidar cada una de las palabras que salieron de la boca del hombre de blanco me fui caminando hasta mi casa. En el trayecto veo que han abierto una tiendecita nueva y me animo a entrar para ver que novedades se ofrecían dentro. Vi de todo pero me decidí a comprar algo muy curioso que pienso enviarselo a Joseph en agradecimiento por todo lo que el me ha ofrecido, como por ejemplo su amistad.
No estoy seguro del día en que se lo enviaré pero de que se lo envio pues se lo envio.