Paquito el del barrio

Decía tener once años, pero parecía de menos edad. Paquito desde que llegó al barrio se ganó el cariño y aprecio de cada vecino miraflorino, aunque nadie sabía su verdadero nombre, ni de donde provenía.

ninoPaquito -nombre otorgado por don Joaquín, ya que de alguna manera u otra debíamos llamarle, y es que el niño por razones que el sólo conocía prefería ocultar su nombre-. Era un niño delgado, de estatura baja, andaba siempre despeinado, de piel morena y muy seca, cabellos negros y ensortijados. Sus ojos de mirada triste reflejaban mucho sufrimiento.

Pero por más que había sufrido no dejó de ser generoso, aguerrido, colaborador y muy trabajador para su corta edad. En cambio, dejó de ser un niño expresivo y agresivo, en especial cuando se molestaba.

Su primer trabajo fue en el mercado:cargaba el peso de canastas y bolsas de ditintas señoras. Así fue que todos los fines de semana llegaba al barrio con doña Maruja, dueña de la casa más pintoresca del lugar, cargándole la antiquísima canasta de mangos reforzados y parchada en el fondo que muchas veces le ganaba en peso y lo hacia tambalearse de izquiera a derecha y viceversa desde que bajaban del taxi con dirección a la puerta de la casa, donde recibía su propina a cambio del trabajo.

Un día el párroco de la Iglesia le pidió a Paquito que limpiara y regara los jardines de la «casa de Dios», labor que la hizo muy bien, a cambio de comida y cobijo. Así pues el niño ya tenía un techo donde vivir y comer a sus horas.

Con el tiempo el niño pasó a ser hombre;aprendió con mucho ahinco el arte de la carpinteria. Realizaba tan buenos trabajos que los vecinos le empezaron a encargar desde la elaboración de sencillas puertas hasta grandes closets o sofisticadas mesas talladas.

En paralelo al apendizaje de la carpinteria estudiaba en la escuela no escolarizada, terminó sus estudios de la primaria y de la secundaria en poco tiempo; de esta forma se hizo un profesional en la rama de contabilidad, siguiendo estudios en la Universidad Nacional de Piura.

En la actualidad vive en la ciudad de Chiclayo -y cada que puede regresa a Piura de paseo- por cuestiones del corazón. Y es que cuando se enamoró de la niña de los ojos de don Joaquín tuvo que huir con ella para poderse casar y formar de esta manera, y con la bendición del padre que alguna vez le permitió quedarse a vivir en el barrio brindándole ayuda, formar un feliz matrimonio. Con Fátima tienes tres niños, cada cual más inquieto que el otro.

Así fue que salió a la luz Luis Saavedra, nombre verdadero de Paquito. De aquel niño no queda nada, ha cambiado físicamente, pero aun mantiene ese espíritu colaborador y esa manía de quedarse pensando en ¡quien sabe qué! en el vacío de su mirada. Lo que siempre será un misterio es la razón por la cual él nunca regresó a su casa, ni quiénes son sus familiares, mucho menos de dónde proviene.